Lo que quiero contar hoy es un tema complicado. Todos hemos escuchado esta frase, «escuchar el canto de las sirenas» refiere un capítulo de «La Odisea». La referencia es ser engañado por medio de dulces palabras que engañan nuestros sentidos. Es una práctica ancestral. Odiseo que es el héroe de esta odisea se encadena al mástil de su embarcación para no arrojarse al mar en búsqueda de las sirenas que cantaban.

Jarrón de las sirenas, museo británico.

Muchas cosas se han dicho de los jóvenes de Lagos de Moreno: Roberto Olmeda Cuéllar, Diego Lara Santoyo, Uriel Galván, Jaime Adolfo Martínez Miranda y Dante Hernández. Tenemos que desconfiar tanto de las declaraciones de los medios de comunicación y de las instituciones de lo que realmente sucedió. Necesitaríamos un documental especial donde se esclarezca realmente los acontecimientos. No podemos culpar a estos muchachos de estos lamentables hechos. Muchas cosas se han dicho de los jóvenes de Lagos de Moreno. La versión más aceptada es que fueron enganchados por una seguridad privada donde les ofrecieron trabajo muy bien remunerado para ser colaboradores de un cártel. Así fue «el canto de las sirenas». El funcionamiento de las procuraciones de justicia está en manos de ineptos. No podemos dejar que nuestros jóvenes sean violentados y nada suceda debemos como sociedad cambiar la manera de administrar la justicia. Nuestro más sentido pésame a las familias de estos jóvenes.

  1. Diego Alberto Lara Santoyo de 20 años, joven que trabaja como soldador y al desaparecer, portaba una playera blanca de manga larga, pantalón de mezclilla rasgado azul claro y tenis color blanco
  2. Uriel Galván González de 19 años, de quien se desconoce su ocupación, vestía una playera blanca, pantalón de mezclilla azul deslavado y tenis negros cuando desapareció
  3. Dante Cedillo Hernández de 22 años de edad, se dedicaba al ciclismo y al desaparecer, llevaba playera negra, pantalón de mezclilla azul oscuro y tenis blancos adidas
  4. Roberto Carlos Olmeda Cuéllar de 20 años, era estudiante de la carrera de Ingeniería Industrial en la Universidad de Guadalajara (UG), quien vestía playera negra de manga corta, pantalón de mezclilla deslavado negro y tenis tipo bota de color blanco
  5. Jaime Adolfo Martínez Miranda de 21 años, trabajaba como fumigador y portaba un short, sandalias y calcetines de color negro el día en el que desapareció

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